Comer en la Sierra de las Nieves, disfrutando de su privilegiado entorno natural, es una sensación incomparable. Junto a bosques de pinsapos, quejigos y alcornoques, se alzan entre las montañas pueblos blancos donde antiguas costumbres inspiran su gastronomía.
Los cultivos de la comarca ofrecen una gran variedad de frutas, hortalizas y legumbres a la cocina local, que se sirve de productos silvestres de los montes para aderezar sus platos. En el recetario típico tampoco faltan las carnes de ganado y de caza ni el aceite de oliva.
Gastronomía con impronta árabe
Una de las puertas de entrada al Parque Natural de la Sierra de las Nieves es Guaro, un pueblo que conserva su aire andalusí. La caldereta de chivo, el conejo a la almendra o la tradicional sopa de galipuche son algunas de las exquisiteces que ofrecen sus fogones.
En esta comarca también son habituales las sopas elaboradas con pan y verdura, como los caldos poncima de Alozaina o la sopa de los siete ramales de El Burgo. Estos platos te darán energía para explorar la sierra, habitada por cabras montesas y águilas reales.
Por estas tierras crecen además las plantas aromáticas con las que se sazonan las carnes de inconfundible sabor monte. ¿Un consejo? Prueba el conejo al ajillo o el chivo a la pastoril. Un opción para degustar estos platos, junto al famoso pipeo de habas, es visitar Casarabonela. Tendrás ocasión de almorzar en una hospedería del siglo XVIII.
Encantos serranos
El mejor acompañamiento de las comidas en la Sierra de las Nieves son las aceitunas aliñadas, los embutidos y las chacinas. Son alimentos que se preparan artesanalmente, al igual que los vinos y mostos de Yunquera o Tolox. En este último pueblo, salpicado de rincones pintorescos, te espera un balneario de aguas medicinales único en Europa.
La Sierra de las Nieves ofrece múltiples alternativas para disfrutar de sus encantos. Podrás bañarte en el río Verde a su paso por Istán o alojarte en el antiguo pabellón de caza de los Marqueses de Larios. Y si quieres sumergirte en la historia, pásate por el castillo árabe de Monda, convertido en hotel, para probar la sopa mondeña.
Antes de abandonar estos pueblos, hazte con unos dulces elaborados con almendras, castañas, nueces y miel de la comarca. Tu paladar lo agradecerá, y mucho más si los acompañas con una copa de aguardiente de Ojén.